Tenemos ante nosotros un tema complejo y
amplio. En la Antigua Grecia la homosexualidad era vista con absoluta normalidad.
Formaba parte de su vida desde la adolescencia y lo seguía siendo aún después
de que los individuos se casaran y tuvieran hijos. Hay que tener en cuenta un
factor decisivo en este tema: los griegos diferenciaban entre en sexo reproductivo y el sexo social o recreativo.
En la Antigua Grecia el poder de Venus
era una fuerza de la naturaleza que impulsaba a todos los seres vivos a
reproducirse. Este impulso era una obligación del ciudadano, que debía de
perpetuar la especie. Era un sexo “de trabajo”, que se quedaba en el seno de su
hogar. Este no está representado en el arte como tal comúnmente, si no que se
mostraba en forma de Venus, diosa del amor, de la belleza y de la fertilidad
que mostraba y enseñaba al pueblo como debían de hacer para continuar siendo el
gran pueblo que eran y no dejarse llevar únicamente por las pasiones. Nos
encontramos numerosos templos levantados en su nombre y numerosas estatuas de
la diosa. Habría que destacar que el desnudo femenino en el arte tarda en
aparecer mucho más que el del hombre, pues se creía que el desnudo de la mujer
conserva todo el poder de lo oculto, de la prohibición. Se temía que los
hombres se vieran desbordados por la pasión ante la visualización de las formas
desnudas femeninas, sin embargo la imagen de Venus se convirtió en un objeto de
culto pese al miedo que los hombres le tenían a ver lo que no debía de ser
visto.
Por otro lado,
tenemos la fuerza de su hijo Eros, la belleza en forma de adolescente.
Acompañado por el Deseo y la Pasión, Eros representa el sexo por placer, el que
se encuentra fuera del hogar marital, como nos deja ver esta afirmación de
Demóstenes que dice “tenemos a las
cortesanas para el placer… y a las esposas para tener una descendencia legítima
y una guardiana fiel del hogar.”
Bien, teniendo
clara la diferencia que le otorgaban al sexo de recreo y al reproductivo, para
hablar de la homosexualidad tenemos que fijarnos, obviamente en el sexo por
placer. Es bastante claro para los historiadores clásicos que la homosexualidad
no estaba mal vista en Grecia. Escritores como Herodoto, Sócrates, Jenofontes o
el mismo Platón nos hablan de ella con naturalidad en sus obras. Como ejemplo
podemos fijarnos en la historia del ser andrógino que Platón relata en El
Banquete: “La Naturaleza antes era muy
diferente de cómo era hoy en día. Al principio hubo tres clases de hombres: los
dos sexos que subsisten hoy en día y un tercero compuesto de estos dos y que ha
sido destruido (…) Como castigo, Júpiter cortó a estos hombres en dos mitades (…)
Cada uno de nosotros no es por tanto más que una mitad de hombre que ha sido
separada de un todo de la misma manera que se parte en dos a un lenguado. Estas
dos mitades se buscan siempre (…) Pero las mujeres que provienen de esta
separación de las mujeres primitivas no prestan gran atención a los hombres y
más bien se interesan por las mujeres; a esta especie provienen las tribadas.
Los hombres procedentes de la separación de los hombres primitivos buscan de
igual manera el sexo masculino.” (Platón, El Banquete).
A continuación de
este relato Platón nos habla de la llamada pederastia griega. Era la forma más
común de homosexualidad masculina y se trataba de una unión, completamente
legal y aceptada por las familias, entre un varón adulto y un varón adolescente.
La pederastia no es una homosexualidad tal y como la entendemos hoy en día,
parte de la vida privada, si no que formaba parte de la educación de los
jóvenes griegos para convertirse en ciudadanos de provecho y estaba
ritualizada.
En esta relación
podemos hablar de dos partes diferenciadas que son el erastés o amante que era el hombre adulto que no pertenecía a su
familia próxima que era la parte dominante y activa y el erómenos o amado que era el joven que estaba siendo educado, la
parte sometida y pasiva. Era un ciclo que se empezaba sobre los catorce o los
quince años y que tenía carácter temporal.
La relación se
iniciaba con un cortejo que tenía determinadas normas, siendo diferentes según
las diferentes regiones de la Grecia antigua y las diferentes épocas. Una vez
iniciado el cortejo (por el hombre adulto siempre), el joven adolescente debía
resistirse y ceder únicamente si esta unión pedagógica le convenía y en el
momento adecuado. De no ser así se le consideraba indigno y censurable. Se
creía en ese caso que el cortejado buscaba una relación “vulgar”, centrada
únicamente en placer carnal y no una “sublime”, una relación de amor tan
profundo que pudiera establecer una relación lo suficientemente larga.
Desde luego había numerosas normas morales
y legales que protegían a ambos miembros de la relación y que les instaban a
llevar una relación común y que no se salieran de los parámetros establecidos
como correctos. En cuanto a la penetración, se cree que el joven erómenos era
protegido frente a ella, aunque las prácticas sexuales eran frecuentes y muy
explícitas en las muestras artísticas que se conservan de la pederastia como se
puede observar en la pintura del plato griego que tenemos a la derecha en el
que el erastés le toca los genitales al joven. Sin embargo en algunas fuentes
literarias aparece mencionada la penetración anal indirectamente, con lo cual
hay una teoría que dice que esta práctica se realizaba pero dado el mal
concepto que se tenía en la sociedad frente a la misma en estas relaciones era
considerada tabú y no se nombraba en los textos.
Los mismos
Sócrates y Platón alabaron la relación pederasta de amor entre varones
desdeñando la actividad sexual. Están a favor de una relación casta, como la
que sostenía Sócrates con Alcibíades. Sócrates fue uno de los primeros que
debatieron el tema de la pederastia y nunca ocultó su apreciación por el cuerpo
masculino, como apreciamos en su comentario frente al cuerpo de Cármides “Todos los que estaban en la palestra nos
cerraban en círculo entonces, notable amigo, intuí lo que había dentro del
manto y me sentí arder y estaba como fuera de mí.” Tenemos aquí una prueba
de la homosexualidad incluso más allá de la pederastia y como se difuminan los
límites de lo considerado moral e inmoral dependiendo de la época, la zona o
incluso del propio pensar del autor del que saquemos las conclusiones. Hay que
tener presente la subjetividad de la historiografía histórica o artística tan
dependiente de diversos factores que es prácticamente imposible obtener una
imagen adecuada y plenamente objetiva, nos limitamos a hacer cábalas o a
recrear nuestra propia visión.
Finalizando ya con el tema de la pederastia
griega, tenemos la historia mitológica de Ganímedes y Zeus. Ganímedes era un
joven de Troya que Zeus raptó y llevó al Olimpo para que le sirviera y fuera su
amante y Zeus mandó a Hermes, mensajero de los dioses a consolar a su padre
dándole la noticia del enorme honor que suponía el hecho a Ganímedes y a su
familia. Se trata de un mito que nos muestra muy bien como era el proceso
llevado a cabo en la pederastia en Grecia.
Se iniciaba con la
atracción física que el erastés sentía hacia el cuerpo desnudo de su futuro
“alumno”. Se iniciaba una etapa de cortejo y posteriormente el joven era
alejado de su círculo familiar y era llevado al simposio para educarlo en la
posterior entrada al mundo de los adultos. El padre del joven a de alegrarse de
que este suceso se lleve a cabo, pues será beneficioso para todos. Se ve como
una iniciación a la virilidad, al contrario de la imagen que se tiene
actualmente de cualquier tipo de relación homosexual masculina. Por otra parte,
es probable que la satisfacción sexual de erastés (sin penetración anal como
hemos mencionado anteriormente) estuviera bien vista, dado que podría tratarse
de un intercambio en el que el adulto ponía su experiencia y sus conocimientos
para que el joven los asimilara y aprendiera y el joven era aquello que podía
aportar.
Era raro que en la
Antigua Grecia un hombre tuviera únicamente relaciones homosexuales durante
toda su vida, puesto que lo común era iniciarse en una relación de pederastia,
salir al mundo adulto y entablar una relación heterosexual de la que tener
descendencia y una mujer que se ocupara de los asuntos del hogar y ya tras una
vida de servicios al pueblo, ser la otra parte de la relación de pederastia,
pasar a ser el erastés. Esto no quitaba que pudieran tener amantes o
satisfacerse en burdeles compuestos por hombres (como se cree que hacía
Sócrates).
No hay comentarios:
Publicar un comentario