Pese a que existe
constancia de prácticas homosexuales en la Prehistoria, debido a su escasa
aparición en las artes (aunque podemos citar algunos ejemplos de estatuillas de
Diosas o pinturas rupestres con escenas que se podrían catalogar homo-eróticas)
vamos a hablar directamente de Mesopotamia.
Se describen actos
homosexuales en Mesopotamia ya desde
el periodo sumerio (aproximadamente hacia el 3000 a.C.) pero es en Babilonia
(más de diez siglos después) donde realmente aparece constancia. Será en la epopeya de Gilgamesh donde observemos la primera aparición del amor/atracción
entre dos hombre en la literatura aunque también se tiene constancia de
sacerdotes homosexuales e incluso travestidos, con lo que observamos una cierta
relación de estas prácticas con la religión. Se observa, asimismo, en el Código
de Hammurabi como se nombran a “hijas-varón” llamadas salzikrum que tenía similares derechos que los hombres y que podían
casarse con otras mujeres.
Sin embargo, el
pueblo asirio no era tan permisivo. Durante el reinado de Tiglatpileser se
promulgan diferentes leyes que acarrearían al acusado (debidamente comprobado con
antelación y ya culpable) penas que llegarían incluso a la castración, como
vemos en la ley 20 que reza lo siguiente: “Si
un hombre ha yacido con su amigo y se prueban los cargos y se le encuentra culpable
será castigado convirtiéndole en eunuco.” Una gran variedad de
opiniones al respecto en la misma gran cultura, pero con diferencias en cuanto
a espacio y tiempo.
Al igual que en la
cultura nacida entre el Tigris y el Éufrates, en el Antiguo Egipto se conservan pocas pruebas escritas, en forma de
pintura o escultura de actos sexuales entre personas del mismo sexo. Se cree,
partiendo de las pocas informaciones que se tienen, que la sociedad egipcia
aceptaba la homosexualidad masculina cuando era aceptada por ambas partes. Sin
embargo, se cree que los “pasivos” eran difamados al ser relacionados con lo
femenino, como veremos más adelante. En cuanto al lesbianismo, no se conserva
información suficiente, pero se cree que estaba condenado.
La referencia más
clara la encontramos en el mito de Seth y
Horus. El mito cuenta como Seth, que había asesinado a su hermano Osiris
para pasar a dominar el Alto Egipto, estaba en continua batalla con el hijo de
este, su sobrino Horus que dominaba el Bajo Egipto. Esta divergencia representa
la división real que había entre los dos territorios en la época predinástica.
En una lucha entre ambos se cuenta como Seth trató de violar a Horus y después
pelearon convertidos en hipopótamos durante días hasta que Tot, dios de la Sabiduría
intervino hasta lograr la reconciliación. Sin embargo esta lucha se cobró un
ojo de Horus y el pene de Seth.
En esta lucha,
considerada la recreación mitológica entre los dos reinos egipcios podemos
observar claramente referencias a actos homosexuales entre los dioses que
incluso en otras versiones cuentan como Seth realmente llegó a violar a Horus e
incluso tiene un hijo suyo. Este mito deja una imagen deshonrada de Horus para
la cultura egipcia, pero no se sabe si es por la violación, por el acto
homosexual o por ser el pasivo de la pareja. Se conservan relieves de los dos
dioses después de la reconciliación que simbolizan la unidad de Egipto.
Se conservan
muestras de las diferentes versiones del mito. La más antigua se remonta al año
1160 a.C. a finales de la XX Dinastía que dice lo siguiente “Seth invita a Horus a su casa y Horus con
placer acepta la invitación. Al atardecer ambos se acuestan en el mismo lecho y
durante la noche, Seth coloca su pene erecto entre los muslos de Horus. Horus
cogió el semen de Seth…”.
Se ve cierta
concordancia entre las dos culturas en torno a la aceptación de la
homosexualidad masculina viendo como suele ser aceptada, siendo más humillado
el pasivo de la relación al considerar que adopta el papel de la mujer en la
pareja. Pensamiento que ha vuelto en posteriores épocas, quizás con diferentes
consecuencias, pero muy instaurado en la creencia popular. No sorprenderá en la
actualidad encontrarse con personas que pregunten a parejas homosexuales quién
hace de hombre y quién hace de mujer, a gais y a lesbianas. Aunque suele
extenderse más allá de lo sexual abarcando el reparto de las tareas domésticas,
el trabajo, el cuidado de los hijos, etc.
En el Libro de los muertos aparecen
fragmentos en los que se puede interpretar una condena a la homosexualidad.
Condenada por el simple motivo de que aleja a los hombres del ideal egipcio del
matrimonio, dado que después de la muerte uno de los pilares de la vida en el
Antiguo Egipto era la fecundidad. Sin embargo, estos fragmentos no son del todo
claros y pueden variar según las diferentes traducciones. No podemos estar
seguros de la mayor parte de las afirmaciones que surgen de traducciones, sólo
nos manejamos sobre suposiciones.
Por último, más
allá de las pruebas que encontramos en la literatura, nos encontramos con una
mastaba compartida peculiar. La mastaba (edificación funeraria del Antiguo
imperio con base rectangular y forma tronco piramidal) de Nianjjnum y Jnumhotep en Saqqara.
Nianjjnum y Jnumhotep (representados en la pintura de la imagen encontrada
en su tumba) fueron dos funcionarios, concretamente supervisores de la manicura
real que servían al quinto emperador de la dinastía Nyuserra. Ambos hombres
compartían tumba y pese a estar ambos casados y tener hijos, se cree por las
representaciones pictóricas que encontramos en las paredes de la mastaba que
podían haber tenido una relación homosexual.
Es la única mastaba de la necrópolis que
conserva pinturas murales de dos hombres dándose las manos y abrazándose,
incluso aparecen rozándose las narices, uno de los gestos más íntimos que
estaba permitido representar en las artes plásticas. Ese es el motivo principal de que se crea que
eran una pareja homosexual pese que al principio se barajaron ideas como que
eran hermanos o mellizos. Incluso en la actualidad la tumba se ha convertido en
un reclamo de turismo gay.
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