viernes, 25 de octubre de 2013

LGTB en la Historia del Arte. Antigua Roma.


    Pese a que en la Antigua Roma la homosexualidad (sobre todo la masculina, más tarde hablaremos del papel del lesbianismo) era aceptada y se veía con bastante normalidad, con diversas diferencias entre República e Imperio, no se conservan apenas muestras de estas relaciones en las artes plásticas. Sin embargo podemos encontrar numerosas pruebas de las mismas en obras literarias, poemas, comentarios biográficos, etc.

    En la República romana la homosexualidad no estaba tan bien vista como en la Antigua Grecia debido a que las costumbres griegas y las romanas todavía no habían sido puestas en común como pasaría ya al final de la República y en el Imperio. Incluso las relaciones entre dos hombres libres estaban penadas por ley. Esto se debe a que que un hombre libre ejerciera el papel de pasivo era algo intolerable en la cultura romana dado que se asimilaba con el papel de la mujer, que a su vez era menospreciada y su actividad fuera del hogar conyugal sin el consentimiento o el acompañamiento de su marido era inviable.

    Sin embargo se cree que las relaciones con los esclavos sí que eran permitidas, siempre y cuando el amo ejerciera el papel activo. En Roma estaba bien visto que los amos usaran sexualmente a sus esclavos, fueran hombres o mujeres incluso en contra de sus deseos. Vemos de nuevo una gran libertad en cuanto a satisfacciones sexuales se trata en consonancia con el mundo griego (por parte del hombre principalmente) siempre teniendo normas que seguir, bien morales o legítimas.

    A finales de la República, inicios del Imperio las relaciones homosexuales se fueron normalizando sobre todo en el ámbito amo-esclavo. En el Imperio, aún condenado ciertas prácticas griegas, como la pederastia, por considerarlas deshonrosas, fue normalizado incluso el matrimonio entre hombres del mismo sexo al considerarse el matrimonio un contrato privado del que se podía disponer como se quisiera (siempre y cuando hubiera al menos un hombre en la relación, por supuesto). Hay numerosas pruebas escritas de este hecho e incluso numerosos emperadores romanos contrajeron matrimonio con alguno de sus amantes masculinos. El mismo Nerón se casó hasta tres veces con distintos hombres (siempre en el papel del activo, cosa que se deduce fácilmente observando a sus cónyuges masculinos, a alguno de los cuales incluso llegó a castrar).

    Sin embargo se cree que ninguno de los hombres aristócratas del Imperio Romano se privaba de actuar como pasivo en sus relaciones con otros hombres, sin embargo, disimulaban sus vicios lo mejor posible para no crear habladurías ni pensaran que actuaba contra las normas morales de su sociedad. Incluso si alguno de los aristócratas más reconocidos no tenían ningún amante conocido, eran tachados de extravagantes y se desconfiaba, tomando como ejemplo a Claudio, sucesor de Calígula del que no participó de la bisexualidad común entre los emperadores y se conoce de él que sólo estuvo con mujeres.

    Por otra parte, se conocen datos de hombres que se casaron con otros hombres vestidos de mujer, adoptando así el papel pasivo públicamente, de hombres que se mandaban depilar (como Otón el afeminado, que además de mandarse depilar se echaba productos para evitar que le creciera la baba y usaba pelucas sobre su calva).

    Sin embargo, retomamos otra vez el tema de la subjetividad. Conocidos son relatos de poetas romanos que hablan de orgías, incesto, mujeres de emperadores que se prostituían, ricos que tenían un sinfín de amantes de ambos sexos que no hacían otra cosa si no que servirle sexualmente, mujeres ninfómanas que precisaban de los remedios de otros hombres además del suyo y que ni siquiera así quedaban saciadas, etc. No se puede saber con precisión si estos datos que obtenemos de las lecturas romanas son ciertos o son exageraciones del autor para fines propios o simplemente se trate de una misoginia aceptada que instaba a los escritores a alabar a los hombres y aceptar la mayoría de sus prácticas como válidas y a repudiar a las mujeres y dejarlas mal ante la sociedad relatando sus actos claramente inmorales. La subjetividad nos rodea cuando se trata de historiografía hasta unos puntos en los que no podemos estar seguros con certeza de nada más allá de lo que vemos y oímos con nuestros propios ojos.

    En cuanto a las referencias homosexuales en la mitología hay que aclarar que las historias son las mismas que observamos con los dioses griegos, solo que modificándoles el nombre y adaptando las historias con nombres romanos, como la historia de Zeus y Ganímedes que pasa a ser la de Júpiter y Ganímedes. Una referencia a esta historia la encontramos en un fragmento de una obra de Marcial que reza: “Habiéndome sorprendido con un amante, me diriges, mujer, palabras furiosas y añades que tú también tienes culo. ¡Cuántas veces le habrá dicho lo mismo Juno al lascivo Júpiter! Pero no por eso deja de acostarse con Ganímedes…”

     En tal libertad sexual por parte de hombres y mujeres que no buscaban otra cosa con todo ello que satisfacer sus "oscuros" deseos, es extraño encontrarnos con la casi invisibilidad de las relaciones sexuales lésbicas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que es extraño desde nuestro punto de vista, con una educación más liberal en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres. En la Antigua Roma sin embargo todo gira en torno al hombre. La mujer era vista como aquella que le daba descendencia al hombre, aquella que satisfacía todas sus necesidades, aquella que mantenía la casa en orden para él. Es posible encontrar casos en los que una mujer fuera adúltera, pero siempre con otros hombres, el acto sexual entre dos mujeres no estaba bien visto dado que ningún hombre se beneficiaba del mismo.

    Esto no implica ni mucho menos que no existiera (como incluso han negado diferentes hombres ilustres romanos) y, pese a que existen numerosas pruebas de que era repudiado por la sociedad romana (por los hombres romanos, claro está), se cree que se mantenía en la clandestinidad, encontrándonos así con un paralelismo entre la sociedad del Imperio y la República romana y la sociedad que encontrábamos en toda Europa en el S.XIX, no hace tanto tiempo.

    En toda la Antigüedad nos encontramos con que el lesbianismo está peor visto generalmente que la homosexualidad masculina, principalmente por esa preponderancia varonil en la mente de las personas. También vemos como se merman las libertades sexuales de los esclavos, que quedan a merced de los deseos sexuales de cualquiera de sus amos. Tampoco hemos de ver esto desde el punto de vista que esta sociedad tendría en la actualidad, si no que hay que comprender sus motivos, sus costumbres, sus normas y sus leyes esperando pacientemente y observando como poco a poco (con algunos grandes baches como el que supone la dura represión del Cristianismo que veremos a continuación) la sociedad irá evolucionando hacia una mayor libertad individual en todos los aspectos. 

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